La mañana del viernes se sentía demasiado viva como para pensar sobre aspectos innecesarios de lo que estaba sucediendo con las vidas de Jade y Sean. La castaña comenzó a abrir sus ojos lentamente mientras se estiraba para poder terminar con su pequeño ritual de mañana. Sean por otro lado se encontraba sentado enfrente de ella mientras se ponía su corbata para estar listo en lo que sería su día.
— Buenos días princesa — La voz ronca de Sean retumbo por los oídos de Jade logrando que todo su cuerpo vibrara de una forma diferente a la que ella estaba acostumbrada — Llevas dormida por más de doce horas — La susodicha abrió sus ojos de par en par ante la sorpresa de ello — Ya me iré a la empresa, así que si quieres puedes bajar y cocinarte todo lo que quieras.
Sean se paró de su cama y cami
