6.-Es…

1114 Palabras
             Capítulo 6. Al entrar a la oficina de su jefe, Maxine miró a ese hombre el cual aún no le agradaba, y luego miró a ese hombre dulce y asombroso, ella no esperaba que lo del té fuera verdad, pero ella creía que debía de usar hasta su último recurso, nunca estaba de más, ¿Cierto?. —Aquí tiene señor. —No me digas Señor, me haces sentir viejo—Dijo Roger mientras miraba la taza que Maxine tenía en sus manos. —Lo siento —dijo la chica y sonrió un poco avergonzada. Roger tomó la taza de té y sonrió. Se escuchó un carraspeo y los dos miraron al hombre de aura oscura que estaba mirándolos con asco. —¿Qué haces ahí perdiendo el tiempo?, ¿Te quieres ir tarde hoy?, no voy a pagarte horas extra, necesito los informes de hoy. Maxine pegó un salto y asintió, —Si señor, se los traigo enseguida. La chica salió de la oficina a toda prisa y Roger lo miró con desdén. —¿Por qué tienes que ser tan malo?. —¿Por qué tendría que ser bueno?—Preguntó Derek y se sobó la garganta. —Solo responde, ¿Si tienes corazón?. —No, claro que no—respondió Derek con sarcasmo. —Estoy seguro de que tu corazón es como una pasa, n***o y arrugado. Derek tosió un par de veces y solo lo miró con cara de pocos amigos. —¿Sabes que es lo único que tú y yo tenemos en común?—Preguntó Roger. Derek sólo lo miró. —Que cuando nos va a dar gripe, nos duele primero la garganta, ten, tu necesitas más esto que yo— dijo Roger y le entregó la taza de té a su hermano. —¿Y esto que es?. —Es un té, Maxine me lo hizo, en la mañana me dolía la garganta, pero con esto se me quitó, es milagroso, solo tómalo. Derek solo rodó los ojos y negó. —No gracias, seguro es agua de toloache. Roger se carcajeo y miró a su hermano. —Pues entonces sufre si quieres, ambos sabemos que te duele. Derek miró la taza de aquel té y respiró hondo, Roger tenía razón, pues a él siempre cuando le daba gripe, antes le dolía la garganta de un modo horrible. Pero entonces pensó que Maxine se preocupaba mucho por su hermano, por que era evidente que a ella le gustaba, así que la chica no haría nada para perjudicar la salud de Roger, tomó la taza de té entre sus grandes manos y dio el primer sorbo. Una sensación muy agradable inundó su boca, era un sabor único, sintió un cosquilleo en la garganta, pero no de un mal modo, fue agradable, no lo pensó más y se bebió todo aquel té. —Bueno, te dejo, ¿A que hora te irás a casa?. —En un rato más — respondió Derek mientras miraba aquella taza de té completamente vacía. —Bueno, entonces nos vemos mañana. Derek solo gruñó y Roger salió de la oficina para toparse en la puerta con Maxine. —Señor… digo, Roger. —Maxi, me voy, pasa buena noche y no te vayas muy tarde, es peligroso andar sola por ahí. —Si, que tenga buena noche. Roger se fue y Maxine lo miró, guapo, angelical, inigualable, era todo lo que Maxine pensaba de aquel caballero. —¡Maxine!. Arrogante, frívolo, déspota, desagradable… sus pensamientos cambiaban de inmediato al escuchar la voz de su jefe. Entró a la oficina y se apresuró a llevarle los informes, miró la taza vacía y sonrió, Roger se lo había tomado todo, no importaba, aquella historia de la receta del amor era, era algo imposible. —Aquí tiene los informes. —¿Por qué eres tan lenta?. —Lo siento. —Deja de disculparte es tan molesto. Maxine solo agachó la cabeza y miró sus zapatos, no se había dado cuenta pero tenía una mancha de polvo en una de sus calcetas. —Ya vete, ya no te necesito aquí, ¿Ya terminaste todos los pendientes?. —Si señor. Derek ni siquiera la miró, para él no valía la pena perder su tiempo mirando a esa chica, ella era un desastre andante. —Con permiso señor, pase buena noche. —Aja—fue todo lo que Derek dijo. La chica salió de la oficina e hizo muecas de desagrado. Escuchó que alguien se acercaba y se acomodó las gafas. —Oye ñoña mi novio esta en su oficina. —Si señorita. Amanda sonrió y fue a la oficina de Derek. —Mi amor nos vamos —preguntó Amanda cuando entro a la oficina de su prometido. —Vete primero, aún tengo cosas que hacer. —Pero dijiste que… —Amanda, deja de ser tan hostigosa, vete a casa sola. Amanda apretó los puños y salió de la oficina sin decir nada, si Derek no fuera tan guapo y tan rico, no perdería su dignidad andando con él, además, Derek era un buen amante, podía ser frío y sin sentimientos, pero en la cama era salvaje y caliente, lo que cualquier mujer quisiera tener, así que lo soportaba. Maxine solo la miró salir y no le prestó más atención, juntó sus cosas y se apresuró a irse antes de que su jefe gritara su nombre otra vez. Derek estaba revisando unos correos, pero empezó a sentirse un poco mareado y no podía concentrarse en el teclado de su computador, sintió un escalofrío y se sobó la cien, sin duda iba a resfriarse, decidió juntar sus cosas e irse a dormir un rato, tal vez mañana en la mañana iría al doctor, pues no quería andar todo moquiento como un bebé que no sabía limpiarse la nariz. Salió de su edificio y se subió a su auto, de pronto empezó a sentir mucho calor, tanto que tuvo que detenerse a la orilla de la carretera y aflojarse la corbata, se desabrochó la camisa de vestir y se pasó una mano por la frente. Al llegar a su casa una de las muchachas de la limpieza lo miró y frunció el ceño. —Buenas noches señor, ¿Se encuentra bien?. Derek no respondió, todo lo que quería era llegar a su cama y tirarse sobre ella, así que fue directo a su habitación y cayó sobre la cama, todo le daba vueltas, todo se veía doble, empezó a sudar frío y sacó su teléfono, sentía que se iba a morir, así que iba a llamar a su doctor de cabecera, pero sus dedos estaban gelatinosos y no pudo marcar ningún número, simplemente se desmayó.
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