Dominik sentía como algo le quemaba su alma, era el sentimiento de impotencia. Podía verla con claridad, aún ante sus ojos seguía siendo una mujer hermosa y fuerte, pero le dolía no poder tocarla. En ese momento Katherine se había convertido en la fruta prohibida para el Alfa, habían guerreros que la protegían de él y ella no quería estar en sus brazos. Le dolía… Le dolía solo verla… El Alfa quería volver a sentir la calidez de su esposa entre sus brazos mientras olfateaba el dulce aroma que desprendía, pero lo que más le gustaba era el tacto de su piel contra la suya. La piel de Katherine era suave y podía fácilmente desplazar sus dedos por todo su cuerpo, si Dominik se dedicaba a mirarla en aquellos momentos podía hasta observar el color de sus venas. De sus labios soltó un suspiro l