- ¿Como estas? –entra Alex a la habitación, con paños y mantas, su cara era un poema nunca lo hubiese visto tan preocupado e impotente. - Esta cada vez peor, no sé qué hacer, no deja de quejarse y de agitarse por el dolor. - Diosa.-exclamo frustrado colocando las mantas, mía temblaba y se quejaba. –hey nena tranquila, todo está bien.-susurro, los ojos de mía se abrieron y se fijaron con los suyos, su respiración agitada. - Alex...-dije mientras empezaba a sangrar por su nariz, tomando algo para detenerlo. - No puedo, no puedo Axel. – alejándose, con la respiración agitada. - Alex es nuestra chica, nos necesita.-dije con las lagrimas acumulándose en mis ojos. - ¿Cómo puedo hacernos estos? –dijo con impotencia y rabia. M