Al llegar al hotel central donde se encuentran las oficinas administrativas, no note nada extraño en los exteriores. Desconfiaba de madame, era capaz de enviar a cualquiera. Muy difícil saber cómo haría para “deshacerse” de Perla, a pesar de que era una verdadera molestia no podía permitir que ella muriera por entrometida. Subí en el ascensor y me fije en que había unos hombres entrando a las oficinas que nunca había visto. Rápidamente le hice una llave a uno de ellos tomándolo por el cuello y dejándolo en el suelo, mientras estaba por atacar al otro. —¡Yessica! ¿Qué carajo le haces a mis socios? —preguntó Max a mis espaldas, abrí mucho los ojos y me quedé perpleja. ¡Estaba jodida! —Lo siento, yo…—intente defenderme, pero quizá la paranoia me jugó en contra—, Tengo que decirte algo, es