Cuando volvemos a despertar, vemos a Bárbara que nos está observando con diversión.
—Ustedes parecen una pareja recién casada —dice. Eduardo suelta una carcajada y asiente mientras se estira junto a un bostezo.
—Eso podría pasar si me gustaran las mujeres —expresa mi amigo—. Maru sería mi primera opción, sin dudas —agrega provocando que me sonroje. Me río por lo bajo.
—Apuesto a que si fueras hetero no nos llevaríamos para nada bien —contesto poniéndome de pie—. ¿Cómo te sentís hoy? —le pregunto a la dueña de la casa.
—Bien, mejor, tenemos que ir al set. Ayer no fui, pero hoy ya no puedo faltar o David me va a dar un sermón. —Pone los ojos en blanco y yo bufo. Ese tipo me cae demasiado mal, pero por lo menos su trabajo lo hace bien.
—Las llevo —comenta Eduardo—. Voy a desayunar en el
