Ese día, como tantos otros desde que había llegado a Los Ángeles, ya tres meses atrás en el tiempo, Camilo se colaba en uno de los partidos de la Liga Americana Femenina para ver jugar a Rocío. Esta vez, había ido con casi todos los chicos y con Luis. Era un clásico, ni más ni menos. Algunas chicas parecían muy nerviosas, sin embargo, su capitana, quien parecía que le hubieran dado una inyección de energía, les venía dando indicaciones hacía rato. ¡Las venía motivando! Ni ella misma se reconocía… normalmente los clásicos y más este, que era definitivo por las instancias en las que iba la tabla de posiciones, la motivaban. Sin embargo, la presencia de Camilo tenía más influencia en su vida de la que ella misma creía. Por alguna extraña razón a la que la chica prefería denominar