—Señor Sanford… ¡Señor Sanford! — sufro un fuerte sobresalto al escuchar una voz demasiado cerca de mí. Una enfermera me mira con pena y revuelvo mis cabellos porque me he quedado dormido en la habitación de Cassandra, de la que nunca salí en realidad. No sé cómo sentirme al saber que estaba soñando y que Sara no ha aparecido para confesar que el ataque es de su parte, pero me siento algo culpable porque en mi subconsciente sospecho de ella, aún sin tener pruebas. —¿Sí, dígame? — refriego mis ojos de manera perezosa y siento mis músculos entumecidos por la mala posición en la que dormí. —Tengo que decirle que afuera hay agentes de la policía preguntando por usted — dice como con pena, evitando mirarme a los ojos. Suspiro y asiento, mirando a Cassandra que sigue con esos malditos apa