Me encuentro de pie frente al espejo en la habitación de King, observándome detenidamente mientras ajusto las pequeñas arrugas de mi enterizo blanco. Es una pieza simple, pero elegante, con líneas suaves que siguen la curva de mi cuerpo, y los pantalones caen en un corte recto, dejando ver mis pies perfectamente esculpidos por los tacones rojos que he elegido para la ocasión. La ropa es una elección cuidadosa, perfecta para una ocasión como esta, en la que mi nerviosismo no me deja pensar en nada más que en la reunión de hoy. Es el cumpleaños de mi abuela, mi Yaya. Y a pesar de que la fiesta va a ser una barbacoa relajada, sé que por la noche la celebración tomaría otro rumbo, con una fiesta más formal, música, familia y amigos cercanos. Todo eso me hace sentir una mezcla de excitación y