Después de un día de spa que roza la perfección, mis músculos aún flotan en esa ligera somnolencia que solo un buen masaje puede provocar. Nos habían consentido con todo; masajes relajantes, tratamientos faciales, manicura, pedicura... prácticamente nos habían dejado listas para la boda del siglo. Era lo que nos merecíamos después de acabar destruidas anoche. Si cierro los ojos, aún podía sentir las manos expertas deshaciendo los nudos de mi espalda, la calidez de los aceites perfumados impregnando mi piel y la sensación de renovación corriendo por mis venas. Sin embargo, cuando abro los ojos y veo el ajetreo a mi alrededor, la realidad vuelve a instalarse sin piedad.
Ha llegado el momento del ensayo general. Elsa y Jasper están radiantes, aunque Elsa aún tiene algunos estragos de la resa
