No duermo en condiciones y mi mente va una y otra vez al beso que compartí con King en la biblioteca de Alaric. Cuando la cena terminó, Kate propuso pasar al salón por una copa más. Lo hice antes de salir de la casa de los Pearson como alma que lleva el diablo. «King, lo noto y la verdad no me importa». Ahora mismo solo necesito encontrar mi estabilidad. Miro el móvil donde Máximo insiste en invitarme a cenar y para ser honesta no sé qué hacer. «¿Debería ir?» Maldigo entre dientes. Esta mañana llegué a la oficina más temprano de lo común y he pasado toda la mañana y parte de la tarde encerrada como si hubiese hecho algo muy malo, y mi pulso se acelera cada vez que la puerta de mi oficina se abre. «Eres una cobarde». Canturrea mi conciencia. —¡Claro que no! —No, ¿qué? —Aspiro cuando veo