Por la tarde, salgo a caminar junto a la playa como lo hago todos los días, estoy tan concentrada viendo el mar que no me doy cuenta que Dylan está a mi lado hasta que me saca de mis pensamientos. —¿Qué preciosa vista verdad? —Si, aunque se disfruta más en silencio. El sonríe. —¿Definitivamente me la vas a poner difícil verdad? —Puedes tomar la opción más fácil y regresarte a New York. —Ni lo sueñes. Regreso a casa de mi madrina y él camina a mi lado, cuando llegamos entro a la casa sin voltear a verlo. En la mañana al despertarme escucho bastante ruido, voy a la cocina para ver qué sucede, ahí está Dylan con un mandil puesto, ayudando a mi tía a hacer galletas y pasteles. Al verme los dos sonríen. —Buenos días dormilona, creo que ya conseguí un empleo mientras estoy aquí —dice