Capítulo 4/Verdad y conflicto.

1412 Palabras
Jared había escuchado atentamente cada palabra y respondido con halagos, sin mencionar el que recordó “nuestra cita” pendiente. — Oh, ah, gracias. Eh sí, se que has estado ocupado con todo el trabajo y ahora la mudanza, por eso no debes preocuparte. — la mirada de Jared era bastante profunda, me miraba intensamente, sabía que trataba de descifrarme, pero nunca me miro, de hecho nunca lo ví mirar a nadie más, de ningún modo. De cierta forma que fuese tan abierto conmigo me asustaba, también me hacía sentir culpable, pensar que yo había invadido su privacidad, cuando él podía ser tan amable y simplemente debía dejarlo expresarse, que me contará todo de sí. — Gracias por entender. — su mano se dirigió a su nuca y su mirada se desvió de mí por un instante. En un gesto imprevisto tomé su mano, él se giró para mirarme con un gesto de sorpresa, le di un suave apretón y una dulce sonrisa como muestra de apoyo. Él sonrió pero no retiro su mano de la mía, se sentía tan natural, encajaban perfectamente nuestras manos, como si fueran hechas para estar unidas. — admito que me gusta tener una amiga de verdad. — sonreí esperando que me mirara. Habíamos hecho las compras en la farmacia y estábamos en su sala conversando abiertamente y riéndonos de distintas clases de bromas, hablar con él era tan fácil, más cuando lo conocía tanto, era como si hubiésemos sido amigos de toda la vida. — Así que tenemos visitas... — una voz bastante agobiada se hizo oír, supe inmediatamente que era la madre de Jared, me levanté del sofá inmediatamente seguida por Jared. — Madre, pensé que dormías... — respondió Jared incómodo. — ella es Allison, nuestra vecina, nos trajo galletitas. — sonreí amablemente. — Es un gusto conocerla, señora Williams. — ella asintió en respuesta. — No se preocupen por mí, solo venía por algo de beber... — con pasos lentos se adelantó a la cocina de la cuál teníamos una vista abierta. Abrió la nevera buscando en ella lo dicho anteriormente, Jared suspiro. — Madre, si lo que estás buscando es todo el alcohol que pediste a domicilio, no te molestes, no está ahí. Recuerda que el médico lo prohibió. — respondió Jared casi que resignado. Un estruendoso golpe al piso se hizo escuchar, la madre de Jared tiraba todo el contenido de la nevera al suelo. Jared corrió para deterla pero ella solo lo golpeaba. — ¡Maldición, Jared! ¡Déjame morir en paz! ¡Carajo! — gritaba de rodillas en el piso mientras Jared solo tapaba su rostro evitando que su madre lo golpeara. La abrazo por la espalda y ahogo un grito, quejidos salían de su madre mientras que él no pudo evitar derramar lágrimas en silencio, el gesto destrozado de su rostro hizo que me doliera el corazón. — ¡Por favor, mamá, por favor! — ella pareció calmarse un poco, entonces Jared soltó su agarre y se levantó en busca de algo, lo ví tomar una jeringa y rellenarla, acto seguido se la aplicó a su madre, poco a poco los ojos de su madre se cerraron mientras ella caía en los brazos de su hijo. Jared levantó a su madre y la cargo hasta lo que suponía era su habitación, mientras tanto me dispuse a organizar todo el desastre que su madre había causado, era lo menos que podía hacer. — Aún no te has ido... — escuché su reconocible voz detrás de mí. Me gire, había terminado de organizar lo último y estaba por irme. — Lo siento, solo pensé que debía ayudarte con esto y agradecerte por atenderme... — él suspiro. — ya estaba por irme, puedes devolver la bandeja cuando quieras. — me abrace a mí misma, nerviosa. — Gracias... — se acercó a mí. Sus ojos me miraron fijamente. — vamos afuera. — asentí. Jared salió primero y yo me dispuse a seguirlo. Se sentó en las escaleras del porche. — no debiste haber visto eso, ella suele tener momentos de ira... Cada vez es más difícil calmarla. — suspiro, me acerque cuidadosamente y me senté a su lado. — Está bien, prometo que no le diré a nadie, bueno, ya sabes, no es que tenga a quien contarle. — trate de sonar divertida. Él solo suspiro y paso sus manos por su cabello despeinandolo con frustración. — Ali, no podemos ser amigos, pensé que sí, pero esto me recordó que no tengo tiempo para tener amigos, debo estar para ella. — dijo todo esto sin verme. — nunca traigo amigos a casa, nunca. No se qué me pasó. — me miro, le devolví la mirada. — Tienes derecho a ser un adolescente, tienes derecho a tener amigos, a vivir tu vida, está bien que cuides de ella pero no te abandones, no dejes de ser tú por estar siempre para ella. — su mirada está vez era más dura. — ¡Cállate! ¡Tú no sabes nada! — me grito. Lo miré sorprendida. — Te equivocas. — le respondí en su susurro audible. — yo sé demasiado. — suspiré y me puse de pie a su lado. — es el problema, se demasiado, por eso se que ese que en la escuela va con su grupo de amigos con una máscara de chico malo puesta, ese no eres tú. — Jared se levantó abruptamente, me tomo por la blusa con fuerza y me miro fijamente. — ¿Te crees muy lista? ¿Crees que lo sabes todo sobre mi porque me has visto en la escuela con mis amigos? — sostuve su mirada. — me das lástima. ¿Sabes cuántas chicas juraron que me conocían? Creyeron que podían sanarme. ¿Qué soy? ¿Un experimento? — mis ojos inmediatamente se llenaron de lágrimas, negué débilmente con la cabeza. Jared soltó su agarre de mí. — vete. — dijo girando su mirada al otro lado. No me moví, simplemente me me quedé mirándolo con mil palabras atoradas en la garganta. — ¡Qué te vayas! ¡Mierda! ¡Vete! — salí de mi trance y me apresure a irme, no sin antes detenerme un segundo para decir mis últimas palabras. — Eres valioso. — me gire nuevamente y corrí a mi casa, la casa de al lado. Sabía que él me estaba viendo pero no me giraría, él también me había lastimado. Llegue a casa y me puse mi camisón favorito, ese que me acompañaba siempre en los peores momentos haciéndome sentir mejor, pero no funcionó. Mi casa estaba sola por lo que no había tenido que explicar porque lloraba a nadie... No podía conciliar el sueño así que mire por la ventana y para mí sorpresa él está ahí, sentado en la ventana de su casa, justo frente a mí ventana, sostenía un cuaderno en una mano y escribía con un bolígrafo en él, mientras tanto una botella de cerveza a su lado, casi que vacía lo ayuda a desahogarse, con cada sorbo su rostro se relajaba, lo ví terminándose más de una botella y escribir con furia en esa libreta, me senté en mi ventana segura de que él estaba tan centrado en lo suyo que no miraría en mi dirección, agarre un peine y me dispuse a desenredar mi cabello mientras lo veía, mi larga cabellera me daba algo en que ocuparme y con qué excusarme por si llegaba a ser descubierta, nunca me había preocupado por cortar mi cabello ya que el tema de la estética poco me importaba, así que había crecido tanto que llegaba hasta mi cintura, para mí suerte era n***o y liso así que no me daba problemas para peinarlo, mamá decía que había sacado el cabello de la abuela, porque al contrario de mí ella era rubia y Dy también, papá tenía el cabello n***o, aunque siempre lo cortaba, los ojos de papá eran avellana y los de mamá eran celeste, lo único que había sacado de ella eran sus ojos al igual que mi hermano mayor. Jared estaba ebrio y cansado de arrugar papeles y tirarlos al suelo de su habitación, lo ví arrastrarse hasta su cama, entonces también decidí que debía dormir, ya que sabía que él estaría bien, me acosté en mi cama con mil pensamientos, sentía conmoción, enojo, alegría, miedo, frustración, todo tipo de emociones me recorrían, no sabía que pasaría el siguiente día pero sí que estaba ansiosa por descubrirlo.
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