Meses después
Quiero detenerme, quiero despertar, pero no importa lo que haga, no hay una sola parte de mí que responda a mi orden, es como si estuviera atrapado en mi cabeza y algo más manejara mi cuerpo convirtiéndolo en ese horrible instrumento contra él, contra esos pequeños ojos que me suplican llorosos que no lo lastime sin comprender que en verdad no deseo hacerlo y es cada vez más desesperante, pero ambos sabemos lo que ocurrirá y para mi desgracia, sus gritos se convierten en las apocalípticas trompetas anunciando el inicio de un horror propinado por mí, por mi cuerpo contra el suyo que desgarra la carne de tan inocente criatura.
—Enrique…
Ya no puedo más con esto, no quiero continuar…
—Enrique…
Quiero detenerme, quiero despertar…
—¡ENRIQUE!
Y como si Dios se apiadara de e
