Intenté sentarme, pero él lo impidió al abrazarme más fuerte, como si temiera lo peor de mi parte. —Elio… Sabes que estoy en una relación con Nilo y tú… Se supone que somos amigos, se supone que te gustan las mujeres, no los hombres… —no sabía si era a él o a mí a quien intentaba convencer. —¿Y crees que no lo sé? Jamás me interesó ningún hombre, nunca besé a ninguno hasta que tú lo hiciste en esta misma tina la primera vez que nos bañamos juntos y quise pasarte el humo. ¿Lo recuerdas? —mi mente divagó en ese día acelerando mi pulso. —Sí, iba a tomar algo y cuando me giré nuestros labios se rozaron, pero creí que… —Sé que no te dije nada, pero no pude dejar de pensar en ello y por eso lo seguí haciendo, porque aun cuando dejaba unos milímetros de distancia, volvía a sentir el mismo cos