«¿Qué acaba de suceder?», pienso, mientras mis pies parecen haberse quedado pegados al suelo. Sacudo mi cabeza alejando cualquier tipo de pensamiento, por lo que me apresuro en cerrar la puerta. Corro hacia mi lugar y al entrar al auto, no puedo dejar de mirarla. —¿Dormida? ¡¿Es en serio?! —digo con un tono un poco alto y ella responde con un quejido perezoso, mientras se acomoda de otra forma en la silla. Suelto el aire de forma sonora y masajeo mis sienes, pues en ningún lugar de mi mente estaba la opción de terminar hoy como el niñero de una mujer ebria y mucho menos, imaginé que me fuera a besar. «¡¿Qué es lo que le pasa a esta mujer?! ¡¿Qué tiene en la cabeza?!», son las preguntas que se vienen a mi mente, pero que no les tengo respuesta. Le doy una última mirada, veo como su hom