4-. ¿Otra vez?

2068 Palabras
Al día siguiente me despierto más temprano para ir a desayunar al comedor principal. Me doy una ducha y me pongo un pantalón de mezclilla y una blusa blanca de cuello alto, aunque el clima no es muy frío, prefiero usar manga larga. Me maquillo un poco y dejo mi cabello suelto, me miro al espejo y sonrío. Yo me describiría como una mujer muy normal, no soy demasiado delgada, pero me siento cómoda con mi cuerpo. Podría decirse que tengo un poco de todo, incluyendo rollitos en la cintura. Mi cabello es castaño y tengo ojos oscuros, heredé algunas pecas alrededor de la nariz, como mi madre. En el colegio me hacían bullying por eso, ahora están de moda y por suerte, a mí nunca me han parecido mal, al contrario, siento que me hacen un poco diferente a las demás. Mi padre dice que es la marca que hace la diferencia en nuestra familia. Antes de salir tomo el teléfono para marcarle a mi madre y avisarle que ya estoy instalada. —Ale, mi vida, ¿cómo estás? —contesta apresurada. —Hola mamá, estoy bien, llegué agotada pero ha valido la pena. —Me alegro hija, ¿qué tal los highlanders? ¿Me recomiendas ir? —pregunta en un intento de susurro. —¡Lale mi amor! —grita mi padre—. No hagas caso a tu madre, yo puedo ponerme una falda y no necesita ir a Escocia para recrear la vista —bromea. Sonrío, mi padre siempre ha tenido muy buen sentido del humor, mi madre dice que eso fue lo que la enamoró y estoy segura que así es, no hay día que no nos haga reír. Siempre me ha dicho Lale de cariño y Derek, al escucharlo, también empezó a llamarme así. —Mamá saluda a papá, por favor —le pido sin dejar de sonreír al imaginarlos—. La verdad todavía no hay mucho que contar, aunque los paisajes son hermosos, no tienes idea de cuantas fotos he tomado. —Me alegro hija, diviértete mucho. —Gracias mamá, los amo. —Un beso, disfruta tus vacaciones que tan buena falta te hacían, aunque con la cámara no creo que dejes de trabajar. —No puedo perderme nada de mi estadía por Escocia, además, mi trabajo me encanta. —Lo sé, pero al menos prométeme que vas a divertirte un poco. —Lo haré, mamá, cuídense. —Tú también, adiós. Cuelgo el teléfono sin dejar de sonreír, a pesar de ser hija única, mi madre ha sido un poco estricta conmigo, cosa que le agradezco porque me ha hecho madurar, mi padre ha sido el más consentidor. Intentaron tener más hijos, pero mi madre tenía pérdidas en cada embarazo y desistió, decía que era muy doloroso que su alegría de saber que estaba embarazada, terminara en tragedia, cada vez que perdía un bebé. Mi padre dice que eso la amargó un poco, pero él siempre encontraba la manera de hacerla sonreír, a pesar de que para él también era doloroso lo que estaban pasando. La madre de Derek es la mejor amiga de mi madre, quedó viuda siendo muy joven, así que pasaban la mayor parte del tiempo en nuestra casa, por esa razón, Derek y yo, somos los mejores amigos, crecimos juntos. Salgo del apartamento para ir al comedor que aún está vacío, recojo mi plato y tomo una limonada, apenas me siento y llega Angus y se sienta frente a mí. —Buenos días, señorita —saluda alegre. —Buenos días, Angus —respondo a su saludo—. Me llamo Alessandra, puedes llamarme así. —Que bonito nombre —comenta coqueto parpadeando varias veces seguidas. Verlo hacer eso me hace sonreír, ya que se ve muy gracioso. —¿Nos acompañarás al paseo de hoy? —me pregunta. —Si, estoy emocionada por conocer los jardines. —No te vas a arrepentir, es un recorrido algo extenso, pero vale la pena —asegura. —¿También nos contarás historias de los jardines? —cuestiono. —No hay mucho que contar, pero créeme que los paisajes hablan por sí solos. El comedor empieza a llenarse a los pocos minutos mientras seguimos desayunando. Angus no me quita los ojos de encima y me causa gracia. Es un chico muy guapo, pero estoy segura que es demasiado joven y está buscando alguna aventura, que conmigo obviamente, no encontrará. Después de una hora empiezan a llegar varias furgonetas, Angus empieza dándonos indicaciones antes de subir. Salimos del castillo y después de varios minutos, las furgonetas se detienen. —En está área de los jardines pueden ir por su cuenta, nos veremos aquí en dos horas —nos dice Angus. Nos bajamos y empiezo a caminar. —Alessandra —grita Angus corriendo para alcanzarme. —¿Sí? —¿Te puedo acompañar? —Por supuesto, eres el experto. Empezamos a caminar y tomamos un camino rodeado de flores de todos colores. Me detengo en varias ocasiones para tomar algunas fotos, me siento como en sueño, a dónde volteé, hay árboles enormes y flores preciosas. —Te gusta mucho tomar fotografías ¿verdad? —me pregunta Angus. —Soy fotógrafa —respondo—. En Boston tengo un estudio y hago exposiciones. —Que interesante, podrías hacer una exposición con fotos del castillo, así lo conocerían muchas personas en Boston y se animarían a visitarnos. —Es muy buena idea, pero tendría que pedirle permiso a Ciara. —Con Ciara no creo que tengas problemas, Donnan es el que es un poco más inflexible con esas cosas. —¿Por qué lo dices? —lo interrogo. —Sé que ama el castillo y sus raíces, pero siempre he pensado que él desea otra vida. —¿Y tú los conoces hace mucho tiempo? —Soy primo lejano por parte de su madre, la mayoría de las personas que trabajamos en el castillo, somos familia de su madre. —¿Y sus padres? —Ya murieron, al señor Headrick le detectaron cáncer. Él y su esposa viajaron a Inglaterra buscando otras opciones de tratamiento, pasaron una temporada allá y un día llamaron a Donan para avisarle que tuvieron un accidente automovilístico, ninguno sobrevivió. —Que triste —digo sintiendo una opresión en el pecho. —Sí, Donnan de 18 años tuvo que viajar a recoger los cuerpos y después trajo las cenizas al castillo. —Era demasiado jovén para pasar por algo así. —Lo era, y aunque Ciara es mayor, dicen que estaba demasiado afectada para ir —comenta con tristeza—. Yo siento que eso hizo a Donnan un poco amargado, además de la maldición, que obviamente también le afecta. —¿Tú crees que sea real? —indago. —Estoy seguro, es cierto que los señores Headrick se trataban como amigos. Las malas lenguas rumoran que cada uno hacía su vida por separado, para evitar enamorarse o al menos eso aparentaban. —Si no se hubieran amado, la señora Headrick no se hubiera ido con él para ayudarlo con su enfermedad —aseguro. —Tal vez, pero se amaban en silencio y sin demostrarlo, todas las personas de los castillos cercanos comentan, que más qué una pareja, parecían amigos. —Bueno, esos amigos tuvieron dos hijos —comento sonriendo. —Tenían que tener hijos, eso mismo va a pasar con Donnan y con Ciara, o al menos con Donnan, si no tienen hijos, no habrá herederos para continuar con el legado de los Headrick. En eso pone su mano frente a mí para que me detenga y me hace una señal para que guarde silencio. —¿Qué pasa? —pregunto en un susurro. Señala detrás de un árbol. —Es una Highland cow —responde. —¿Una vaca de las tierras altas? —cuestiono confundida. —Sí —contesta sonriendo—. En realidad, yo diría que es una vaca peluda de las tierras altas. Suelto una enorme carcajada y la vaca se aleja al escucharme. Es color café y realmente es una vaca peluda y tiene unos cuernos puntiagudos. —Lo siento, es que me pareció muy graciosa la descripción —me disculpo. —Lo es, aunque para nosotros es algo común, todos los visitantes se ríen al escucharme llamarlas así, aunque tú eres la que tiene la sonrisa más hermosa que he visto. —¿Qué edad tienes Angus? —19 años. —Eres muy joven. —Si, lo soy, pero me encantaría formar una familia, nuestros antepasados se casaban muy jóvenes. —¿Me estás proponiendo matrimonio? —bromeo y se pone un poco rojo—. Estoy jugando Angus, anda, sigamos que aún falta mucho por recorrer. —¿Tú te casarías con un hombre más joven? —me pregunta curioso. —No lo sé, nunca he tenido un novio menor que yo. Seguimos caminando y después de un rato, llega la hora de reunirnos con los demás para recorrer otros lugares de los jardines. A la hora de comer, improvisamos un picnic y comemos disfrutando de la naturaleza. Regresamos al castillo un poco tarde. Aunque estoy agotada por los paseos del día de hoy, me siento algo inquieta. Reviso los panfletos del castillo, para asegurarme a qué lugar puedo ir a caminar sin tener problemas y por supuesto, sin encontrarme con personas malhumoradas. Al revisar el mirador del castillo, me doy cuenta que efectivamente, el lugar al que fui es privado, está prohibida la entrada al público, el malhumorado no mentía; así que ahora, me aseguro bien de buscar otro lugar, para no tener otro momento desagradable y no romper ninguna otra regla. Tomo mi cámara y camino cruzando los jardines para llegar al mar, aunque hay algunas personas, la noche se siente tranquila. Estar rodeada de la naturaleza me hace renovar fuerzas y pasar todo el día en los jardines, me relajó demasiado, además que las pláticas de Angus también fueron muy entretenidas. Camino hasta que veo un lugar desocupado, me siento en una roca frente al mar y me quedo observando el cielo iluminado de estrellas. No voy a negar que amo vivir en Boston, pero lo que se siente y se ve aquí, es indescriptible. —No pensé que tendría mala suerte otra vez —escucho de nuevo su voz a mis espaldas. —No la hubieras tenido, si te hubieras ido al área privada del castillo —contestó molesta. —Tienes razón, pero está parte de la playa también me gusta —responde. —¿Y qué se supone que debo hacer? —pregunto desafiante. —No dije nada —dice quitándole importancia a mi pregunta. —Pensé que también me ibas a correr dándome otro discurso de como respetar las reglas en Escocia. —No, aunque podría, si quisiera. Frunzo el ceño molesta. —¿Conoces lo qué es la amabilidad o esa palabra no existe en tú diccionario? —A veces, cuando las personas no rompen las reglas, puedo ser amable —me contesta sin siquiera mirarme. —Si tú lo dices —respondo encogiéndome de hombros. —Si, yo lo digo y recuerda que siempre tengo razón. —Si, como olvidarlo —contesto sarcástica. Suspiro intentando no decir nada más, es extraño, pero este hombre logra hacerme enojar en segundos y después, el enojo desaparece como por arte de magia. Se pone de pie a mi lado y aunque está oscuro, veo que está vestido con un pantalón de mezclilla y una camisa verde, estoy segura que si lo viera en el día, esa camisa resaltaría el color de sus ojos. En el área privada hay más luces y podía verlo mucho mejor. Nos quedamos en silencio observando la luna y escuchando el mar. A pesar de que nos caemos mal, su presencia no me incomoda, al contrario, me inspira seguridad, o tal vez estoy intentando justificar el vacío que siento, sé que en el fondo extraño a Derek, después de todo, pasábamos la mayor parte del tiempo juntos, siempre me sentí protegida a su lado. **** Emocionada de empezar con las actualizaciones diarias por todo el mes de Julio, espero que les guste la historia. Aunque obviamente estoy usando referencias de Escocia, no todo es real. No olviden que es una historia exclusiva de Dreame y Sueñovela, por lo que puede ponerse de paga en cualquier momento. Mil gracias por su paciencia y comenzamos…
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR