Stefano abrió la puerta de la calle y miró el reloj. El viaje de vuelta se había prolongado casi seis horas. Había dejado la furgoneta en Milán por las condiciones atmosféricas y había vuelto en tren.
Tal vez tenía que haber hecho caso a todos y dejar el regreso para el día siguiente, cuando las condiciones atmosféricas mejorasen, pero no había podido hacerlo.
Tenía tantas ganas de regresar, de ver a Minerva de nuevo; aunque solo fuera eso, verla, comprobar que estaba bien. Lo había pasado fatal sabiendo que se había marchado dejándola mal, aunque luego habían hablado cada noche de los cuatro días que había durado el viaje.
EI regreso había sido espantoso. El tren se había visto obligado a detenerse a causa de la lluvia y se había tenido que parar en varias estaciones en espera de que
