Jonás aún tenía en sus manos la carta del barón Arnold, miró a Silvana y musitó – es una maravillosa noticia – sin mostrar alegría. – Alteza, daremos el aviso de inmediato, muchas felicidades – dijo el señor Renoir. – Aún no, mi hermana acaba de fallecer, las personas dirán que Silvana quiere tomar la atención, le daremos tres meses de luto, más tarde daremos la noticia. – Tiene mucha razón, me disculpo, alteza. – Retírense, quiero estar a solas con mi esposa – ordenó Jonás y miró a Elsa. Ella estaba asustada, no estuvo con ellos en el último viaje, pero sabía que los sentimientos de Silvana no cambiarían de un día para otro – yo, estaré afuera – fue su forma de decir que entraría sí escuchaba algún ruido extraño. Silvana se cubrió el abdomen – no es lo que piensas, no lo hice por ve