Gideon bajó los escalones hacia la celda donde se alojaba el bárbaro que llegó un par de días atrás, tal y como el encargado lo dijo, él estaba en el centro de la habitación, con las piernas dobladas y los ojos cerrados. – ¿Estás meditando? – preguntó Gideon – yo odio meditar, sí me quedo mucho tiempo sentado y en silencio, tiendo a pensar en los peores escenarios y eso es muy molesto. El bárbaro abrió los ojos – no lo hace correctamente. – ¡Ahora hablas!, mis soldados dijeron que eras muy silencioso. – Respondo cuando vale la pena. Gideon movió la silla para sentarse – tengo poco tiempo, así que seré directo. Todos los bárbaros que conozco llegan armados, trepan la muralla, lo que representa un atentado contra el imperio e intentan asesinar a mis soldados, de acuerdo al tratado de gu