Muchos siglos atrás, en un tiempo en que los mortales dependían por completo de los dioses, existieron grandes templos con seguidores, fieles y largas filas de ofrendas. Labia vivió en esa época, en un mundo en el que los mortales se inclinaban ante la sola mención de los dioses, clamaban alabanzas y les llevaban todo lo que les era solicitado, flores, joyas, vestidos, o vidas humanas, no había diferencia. Una vez, siendo joven e ingenua, Labia bajó al reino mortal, de acuerdo a las leyes de calcita su poder se redujo y tenía prohibido asesinar o lastimar humanos, no fue un problema, porque después de bajar, visitó a un escultor, posó para él y se fue al día siguiente, justo después de que su rostro quedara grabado en la mente del artista que construiría una inmensa escultura en el templ