El agua se volvió turbulenta con estallidos que se aproximaban, Irving mantuvo la cadena sujeta y miró de nuevo – manténganse en la orilla – les dijo a los sobrevivientes.
– No, tenemos que alejarnos – dijo alguien – hay algo en el agua.
Entre el movimiento, la salida de una aleta fue muy evidente y repetitiva, el demonio de agua no sacó la cabeza para respirar, lo que hizo fue mover su aleta para transmitir un mensaje, ¡estoy aquí!
– No era suficiente con la inundación – se quejó Irving y volvió a mirar la entrada de la cámara, no importaba lo que los atacara, él no podía soltar la cadena.
– Yo iré – dijo Deborah y se sumergió.
– ¡Mierda! – maldijo Irving y miró a los demás – alguien, tienen que ayudarla – nadie se ofreció, apenas sobrevivieron y el riesgo todavía existía.
Del aguje
