El insomnio de un duque (2)

2377 Palabras

Uno de los transportistas postrados sobre el suelo suplicó por su vida – majestad, no sabíamos lo que llevábamos, lo juro, nos pagaron para transportar fruta – derramó lágrimas con tristeza – fue lo único que hicimos. Los números de serie en las armas fueron borrados, no había forma de saber de dónde fueron traídas, con qué propósito o quién las recibiría y los únicos que podían arrojar luz en esa investigación, insistían en ser inocentes. – Enciérrenlos – sentenció Gabriel – lleven las armas a la bodega y pongan más puntos de vigilancia en las entradas. – Sí, majestad – respondió sir Tobías Magnus y se retiró. – Sería más fácil permitir el uso de armas – dijo el duque Vladimir Delattre con las manos en la espalda – majestad. Gabriel despidió a su caballero y caminó junto al duque – m

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