Los Merin saber hacer dos cosas, ¡comer y cagar!, y hacen mal ambas – muévete. – Su majestad pidió que no lo interrumpieran. – Dije que te muevas – le ordeno y lo sujeto de los hombros para empujarlo, detrás de mi Augusto Delattre desenfunda su espada y le apunta al cuello de idiota Merin para que no piense en levantarse. Risas* Johana Merin me mira y corre a cubrirse. – Majestad. Su mirada se vuelve aguda – espera afuera. – Majestad, con todo respeto, esto no puede esperar – le digo y él me mira molesto – Noria cayó. El rey Sebastián Lizar se detiene y empuja a Johana Merin de su regazo para prestarme atención, ella sale corriendo y él se acomoda el pantalón – ¿cuándo pasó? – Hace cuatro días, majestad, es el cuarto reino, el emperador Syanova no está jugando, sus hombres se dice

