Las calles de Selder se volvieron ruidosas, el ejército que regresaba fue rodeando las columnas del castillo y apuntando hacia la parte alta dónde los rebeldes se escondían. El ejército tenía de su lado una mayor preparación en comparación con los campesinos que disparaban sin puntería, pero ellos tenían la ventaja de encontrarse detrás de las altas murallas del castillo. – Cubran los costados – ordenó Tobías a los tiradores – majestad, iremos por la otra entrada. Gabriel asintió, siendo el rey conocía todas las entradas secretas del castillo y no sentía temor, sabía que recuperaría su castillo, su preocupación era otra. Ni Azul ni su hermano habían llegado – ¿qué estás esperando? – preguntó mentalmente y siguió caminando. El ruido de los disparos y la vista de los soldados regresando

