—Adelante, estás en tu humilde casa.
—Esto es todo menos humilde. ¿Tu padre es de la mafia o que? Esta casa es...
—Mia, la compré hace dos años con mucho esfuerzo.
—¿A qué te dedicas? –cuestiona quitándose el saco.
Lo tomo para llevarlo al perchero y me acerco lo más que puedo hasta que rozo su nariz con la mía.
—Invito a hombres guapos a comer pizza y luego los vendo a Nonna para que siga haciendo jamón. –aseguro y lo veo sonreír.
—Ya veo, eres dueña de las pizzerías.
—En realidad no. Creí que mi nombre te sonaría pero ya ví que no. Soy dueña de Amery company, Annelise Amery, dueña y fundadora de la empresa más grande de moda a nivel mundial, un placer, señor Collins.
—¿Estás hablando en serio?
—Muy en serio. Ahora que sabes quién soy yo, dime quién eres tú. –le pido sentándome en el sofá mientras tomo un trozo de pizza.
—¿Qué quieres saber exactamente?
—Quiero saber si vas a arrancarme el corazón. –suelto sin rodeos y lo veo sonreír.
—Lo único que te voy a arrancar es la ropa y espero que no sea tu favorita. –amenaza y se deja ir contra mi tan rápido que yo apenas puedo dejar el trozo de pizza sobre la mesa.
Sus labios devoran los míos y yo lo detengo para verle. Él me sonríe a escasos centímetros de la cara. Sus perfectos dientes se asoman. No hay colmillos, todos están prolijos.
—¿Puedo continuar o vas a mandarme con Nonna?
—No sería tan mala idea probarte en una pizza.
—Puedes probarme aquí, sin límite.
—Mi cama es mucho más grande y cómoda.
—No se hable más, ¿A dónde llevo a mi reina?
—Escaleras arriba, la primera habitación.
Alexander deja un beso en mis labios y me levanta del sofá y me lleva entre sus brazos. Ahí está otra vez esa fuerza, me levanta del sofá como si no pesara nada, la piel caliente... ¿Dios, qué estoy haciendo?
Sus labios sobre los míos me sacan del trance de teorías y me hacen saborearlo. Solo con eso puedo recordar la noche de anoche y gimo en sus labios.
Empuja la puerta con el pie y me deja caer sobre la cama. Se quita la camisa y yo ya babeo internamente. Queda solamente en boxer y yo no puedo evitar mirar semejante obra de arte y él sabe que eso hago.
Se acerca a mí y sé pone de rodillas, quita uno de mis zapatos y deja un beso sobre mi pie, repite el proceso y luego va besando mis piernas hasta llegar al punto de quiebre.
Sus ojos se fijan en mi desde esa posición y se siente sublime y pecaminoso. El hecho de que es casado se cuela por mi mente pero su lengua fría me hace olvidar qué carajos estaba pensado.
Quita mi vestido con facilidad y luego mi ropa interior con cuidado. Me observa desde arriba y por primera vez me siento cohibida.
—Eres preciosa, eres la mujer mas hermosa del maldito mundo, Annelise.
Se recuesta a mi lado y me acaricia con una ternura que mi corazón no soporta. Es tan lindo que por un instante olvido todo eso de las teorías, que es casado y que Nonna me advirtió que me alejara.
Pero Alexander me atrae muchísimo, es como si tuviese un imán que me jala hacia él. Aún no sé qué parte de él es pero me resulta demasiado intrigante y no quiero soltarlo.
Cuando su cuerpo está sobre el mío y su mirada fija en mis ojos, olvido todo resto de culpa, miedo o duda, solo me quedo con el deseo irrefrenable y caliente de estar entre sus brazos de nuevo.
*****
Cuando abro los ojos lo primero que veo es a Alexander dormido plácidamente a mi lado. La sábana ni siquiera cubre su desnudez, sonrío porque es tan descarado como lindo.
Me levanto de la cama y me pongo un camisón delgado. El calor empieza a sentirse en esta época del año aunque en realidad no sé si es eso o la presencia de Alexander.
Salgo al balcón a tomar aire y mi piel logra sentirse menos caliente. El vaho sale de entre mis labios lo que me hace reconsiderar el clima.
Es más frío de lo que pensé y aún así me siento muy caliente, Alexander hace que nada se sienta mal, como si fuera capaz de leerme y saber que pienso para luego hacerme olvidar.
No me quiero sentir así, me da miedo admitirlo incluso en voz alta. Alexander no es como los otros hombres, yo esperaba despertar sola pero no, ahí está en mi cama, sin ropa, durmiendo tan tranquilo como si nada más importara.
¿Su esposa sabrá que está conmigo? Lo dudo mucho, si bien no lo quiere pero una desfachatez así no la perdona nadie. ¿Estaré haciendo mal al estar con él?
—Dios, dame una señal por favor. –pido y me sobresalto al sentir su cuerpo presionando el mío contra el barandal del balcón.
—¿Quieres la señal de nuevo o esta es suficiente? –cuestiona y yo me giro para verlo a la cara.
Está desnudo y ni siquiera parece importarle, su aroma es una mezcla de mi perfume y el suyo. Es tan embriagador.
—No quise despertarte.
—Me dió un poco de frío y quise tapar mi desvergonzada desnudez pero no te sentí a mi lado y me sentí abandonado.
—Estas en mi cama, ¿Por qué te abandonaría en mi cama?
—No lo sé, mejor respóndeme tú, ¿Por qué estás aquí y no allá conmigo?
—Necesitaba aire.
—¿Soy demasiado caliente o compartir cama conmigo fue demasiado?
—Ninguna de las anteriores, aunque si eres caliente pero no, no es eso lo que me despertó.
—¿Puedo saber que fue?
—Son...en realidad eres tú. Me haces sentir tan extraña pero de una manera tan cómoda que me asusta.
—¿Por qué soy casado?
—Sí, entre otras cosas pero esa es la principal.
—¿Quieres que me alejé de ti? –cuestiona tomando mi cara entre sus manos–, no quiero que te sientas así por mi culpa. Si tú decides que lo mejor es alejarme, yo voy a aceptarlo.
—¿Solo así?
—No quiero comprometerte a esto, Annelise. Si no estás cómoda yo me alejaré.
—Pero no quiero que te alejes. –confieso y hasta yo me sorprendo de lo que dije–, pero no estamos haciendo bien, si tu esposa se entera de esto, no me gustaría estar en su lugar.
—Te entiendo, no te preocupes. ¿Podemos terminar esta noche juntos?
—Me encantaría.
Alexander acerca sus labios a los míos y me besa despacio. Yo me dejo llevar nuevamente por su roce, su aroma y su calidez.
No quiero que se aleje, pero tampoco puedo retenerlo, no cuando le debe respeto a su esposa, uno que olvidé apenas me besó aquella primera noche.
*****
La luz del sol entra por la ventana del balcón y comienza calarme en los ojos. Cuando los abro la cama se encuentra vacía del otro lado, pero eso no es lo que provoca mi sorpresa sino el montón de flores que decoran mi habitación.
Me levanto de un salto y busco a Alexander en el baño pero no está, regreso a la habitación y busco una nota en alguno de los ramos y la encuentro.
Me siento sobre el borde de la cama y comienzo a leerla.
"Espero que no sea demasiado el detalle, no sabía cómo compensar el como te sientes. Si pudiera regresar el tiempo evitaría llegar hasta ti pero no porque yo quiera sino para evitar todo esto porque siendo honesto, eres lo primero real que me ha sucedido en la vida. ¿Cómo le digo a mi corazón que no se enamore de ti? Si encuentras algún día la respuesta, házmela saber"
Siempre tuyo; Alexander Collins.
Mi corazón late con mucha fuerza dentro de mí pecho mientras observa las flores. Supongo que es un hombre que hace que incluso las despedidas sean inolvidables porque no creo que pueda olvidar este momento o ningún otro que pasé a su lado.
Porque sin darme cuenta y tal como lo dijo Nonna, Alexander sí se robó mi corazón.