Salgo del baño y me detengo unos segundos en la puerta, viendo hacia la cama, dejo salir un suspiro cansado. Me siento inquieta y, con la cabeza dando vueltas por lo sucedido esta tarde, la cena fue tranquila, pero ahora no me halló en mi piel.
La puerta de la habitación se abre y no me sorprende cuando Atlas entra. Como es costumbre, echa el pestillo antes de acercarse. Por lo general, él toma asiento a mis pies, hablamos por un tiempo y también hemos compartido un par de besos más, pero hoy es diferente. Puedo sentirlo y, para ser honesta, lo deseo. Quiero que me toque y haga mi cuerpo vibrar como esta tarde.
—Lois, ya está en su habitación descansando —espeta y le doy una sonrisa divertida.
—¿A esto nos hemos reducido?
Me estudié unos segundos antes de negar.
—No, hemos llegado al
