Besa mi mejilla. Siento las gotas de agua caer en mi mejilla, ya que está empapa. Se aleja y sigue con su juego. —Gracias, Gabriel. Mi hermana juega, contenta. —¿Quieres cabalgar? —¿También hay caballos? Me levanto para observarlo. —Claro. Nos alejamos de la alberca para ir hacia la parte de atrás de la mansión. Caminamos un rato hasta llegar a unos establos. —Son muy amplios —murmuro y observo todo a mi alrededor. —Siempre debe quedar espacio por si se llega a comprar más ejemplares. Saca un caballo n***o de un corral. —Te presento a Sombra. —¿Tiene nombre? —me burlo y toco al caballo. Debo admitir que es un hermoso semental. —Sí. ¿Qué tiene de malo? Acaricia al animal, el cual se sacude ante nuestro tacto. —No, por nada. —Entonces elige a uno. Ensilla a su caballo. Cam

