—Fácil: gastas demasiado dinero en cosas innecesarias. —No importa. Le diré a papá que me dé otras. —Papá ya no maneja el dinero de la familia, Miranda, ahora lo hago yo. —¡Esto no es justo! —reniega y hace berrinches. —Ah, ¿sí? —Me cruzo de brazos y la observo—. ¿Sabes qué es injusto? —¡¿Qué?! —Que gastes el dinero de la familia sin importarte llevarla a la quiebra. —¡Eso no es cierto! —Si no es cierto, entonces dime por qué hace poco me llamó uno de los bancos para decirme que habías gastado más de cien mil dólares en un día. —Yo… —Por eso ordené que congelaran todas tus tarjetas y también llamé a todos los bancos para decir que si llegabas para solicitar una nueva tarjeta te la negaran. —¡Yo también tengo derecho! —Y no te los niego, pero como ya gastaste demasiado no tendrá