Al llegar al consultorio de Amanda, me siento en el sillón color café que hay allí, y ella se sienta al otro lado. Es difícil saber por dónde comenzar, pero me decido por contarle todo lo que ha sucedido entre Vera y yo en este tiempo hasta llegar al día que recordó ese mal momento que la ha llevado a alejarse de mí. También profundizo en el sentido de culpa que me invade por no haber sido capaz de ver que algo realmente serio le sucedía. —Iker, si ella no te conto lo que le sucedía; no iba a haber manera que tú pudieras sospechar que habían abusado de ella —me explica. —Pero, yo tendría que haber notado que algo le ocurría, no puedo haber sido ser tan ciego —me reclamo. —Lo hiciste, pero creíste que era otra cosa. No creo que ella te esté culpando de algo en este momento —comenta. —¿Y