Amanezco con ella entre mis brazos nuevamente y no puedo hacer más que agradecer al cielo que sea así. —Buen día cariño —le digo besando su frente mientras ella abre sus ojos lentamente. —Buenas... —responde esbozando una hermosa sonrisa. —¿Como amaneciste? —le pregunto abrazándola más fuerte contra mí. —Demasiado bien, aunque si te confieso la verdad estoy un poco adolorida y confundida —explica. —¿Y eso? —cuestiono algo confundido. —Bueno lo de adolorida es por lo de anoche... digamos que no fue el lugar más cómodo—. Explica pícaramente—. Y confundida porque tuve un sueño un tanto extraño que no se si fue un recuerdo o un simple sueño —dice mientras se gira para mirarme. —Bueno... lo del lugar lo entiendo y tienes razón, pero ¿no me negaras que la pasamos bien? —comento acercándo