— Pero mamá . . . — El pequeño Adam quería gritar a Caro, esa mujer era tan irracional . . . — No digas más, me iré si sigues molestando . . . Eres un niño grande de tres años, si tienes el valor para amenazarme de seguro eres muy valiente para ir al baño, ahora deja de lloriquear si no quieres que me vaya, si estás listo duerme . . . Espera . . . Tú . . . ¿ Con que me llamaste ? . . . — Era una pregunta tonta, pero ese bribón no era tan infantil como los niños de su edad, en cambio era muy maduro, por lo que Caro lo miraba como si estuviera hablando con un adolescente, así era mucho mejor para ella, sabía que el entendía muy bien a lo que ella se refería . . . — Primero debes ayudarme a poner la ropa, ya tengo frío y si me enfermo, papá te lo hará pagar . . . — La mirada del niño er

