La doctora Helena Vieri está sentada en su escritorio ordenando algunos archivos del último proyecto. Sonríe al ver la placa encima de su mesa. Declán la ayudó a cambiar de forma legal su nombre hace unos días. Helena Vieri. Nunca más será Valentina Santorini. Esa mujer ya no existe. Desapareció sin dejar rastro. Se concentra en alinear cada carpeta, en clasificar cada informe antes de irse al departamento. Es un hábito que adoptó para no dejar cabos sueltos, para sentir que todavía tiene control sobre algo en medio de un mundo que parece desmoronarse. Hace tres días que Declan e Isabella no aparecen en la empresa. Esa ausencia le genera inquietud. No le molesta la idea de que estén juntos —aunque podría ser—, sino que hay asuntos urgentes que necesita tratar con él, sobre todo relaciona