Camila siente que el corazón le late con fuerza mientras se acerca a la entrada de la mansión. El aire de la noche es pesado, húmedo, y cada paso que da resuena en el silencio del lugar. Se dice a sí misma que tiene las cosas bajo control, que es fuerte, que sabe lo que hace. Pero en el fondo, sabe que se está comportando como una tonta controlada por los celos y las hormonas. Su objetivo, sin embargo, es claro: no solo quiere asegurarse de quedar embarazada cuanto antes. También quiere marcar a Rodrigo, dejarle claro a quién pertenece y que ni se le ocurra pensar en acostarse con la zorra de Paola. “Eso sí que no”, murmura entre dientes, con los labios apretados. “Te corto las pelotas si haces eso, Rodrigo Márquez.” Le había dado el día libre a los criados para no levantar sospechas,

