Camila no logra quitarse de la cabeza todo lo que acaba de suceder con el dinero de la empresa Santorini. Desde que Valentina tomó el control, las cosas no han hecho más que empeorar. Ahora les está quitando absolutamente todo, incluso llegó al descaro de imponer un salario ridículo a su propio padre, como si él fuera un empleado cualquiera. El colmo fue cuando el abogado dijo con esa frialdad tan característica que, si no estaba de acuerdo, podía marcharse, que de ahora en adelante el nuevo representante de ella se encargaría de todo. ¿Cómo se atreve? Ese dinero no es solo un número en una cuenta bancaria, es el legado de la familia. Aunque la abuela haya dejado todo a nombre de Valentina, es su padre quien ha trabajado todos estos años, quien ha sostenido a la empresa y a la familia cua