Luego de una larga tarde en el laboratorio, Valentina sale en busca de un café. Está agotada, pero satisfecha. El día había sido productivo y las pruebas en las que trabaja con su equipo avanzan mejor de lo esperado. Están desarrollando una medicina innovadora y, según los cálculos preliminares, pronto estará lista para la fase de prueba. Esa certeza le da una chispa de entusiasmo en medio del cansancio. Al girar en la esquina rumbo a la cafetería, se detiene en seco. Reconoce la silueta de Declan a unos metros, de espaldas a ella. Frente a él está una mujer cuyo rostro no alcanza a distinguir, pero no necesita verlo. El cabello rubio perfectamente liso y la complexión delgada y elegante son inconfundibles de la noche anterior. Es Isabella. Valentina se queda helada. La escena que tiene