Han pasado varios días desde aquella conversación con Sofía, pero las palabras siguen dando vueltas en la mente de Arlette como un eco imposible de callar. Cada vez que intenta concentrarse en los preparativos de la boda, una sola imagen la invade: el rostro de Jean Carlos alejándose sin mirar atrás. Esa carta que dejó sobre su cama, escrita con una letra firme pero triste, la ha leído tantas veces que ya podría recitarla de memoria. “Si alguna vez necesitas algo, solo llama. Siempre estaré ahí para ti.” Cada vez que llega a esa frase, las lágrimas le nublan la vista. Una mañana, mientras mira por la ventana de su habitación, toma una decisión. No puede seguir así. Necesita verlo, aunque solo sea una vez más, aunque sea para que le diga que ya no la quiere, que todo terminó. Cualquier c

