Camila aprieta la mandíbula al recordar cuando fueron a casa de Victoria, la madre de Alejandro, esa mujer alta y perfecta se despidió de ella con tal cariño que los dientes blancos de la supermodelo parecían deslumbrar. Ella, en cambio, solo pudo apretar los puños con fuerza, intentando controlar el mal humor que le provocaron las palabras de la madre de Alejandro. —Vuelve pronto, querida, tú sí eres una compañía digna de disfrutar, no como… otras —había dicho Victoria con toda la intención, mirando de reojo a Camila y esbozando una sonrisa sardónica. Alejandro solo alcanzó a decir un “mamá” con tono de reproche, pero hasta ahí. Victoria lo ignoró por completo y Paola no se molestó en ocultar la satisfacción que le causaba esa especie de indiferencia hacia Camila. Ella, en cambio, sen