Sofía lleva días inquieta. El silencio de su departamento, que antes le resultaba agradable, ahora le pesa. Se acuesta, se levanta, intenta distraerse con cualquier cosa, pero todo le recuerda lo mismo: engañó a Marcos. Por más que trate de convencerse de que fue un impulso, de que las cosas con él ya no estaban bien, la culpa no la deja respirar. Se siente traidora, indecente, incapaz de mirarse al espejo sin sentir vergüenza. Emilio ha intentado contactarla desde que se fue de viaje, pero ella no le responde. No porque esté enojada, sino porque necesita pensar. Necesita ordenar su cabeza. Cuando recuerda sus manos, sus besos, el modo en que la cuidó, el cuerpo le tiembla. No sabe si fue amor, deseo o una mezcla peligrosa de los dos, pero sí sabe que algo en ella cambió. Intenta llama

