Isabella camina de un lado a otro por la sala, los pasos son cortos y rápidos. Ya rompió todo lo que tenía a su alcance: jarrones, marcos, un florero que ahora yace hecho pedazos junto a la pared. Nada calma la rabia que le hierve en la garganta.
—¿Esa maldita es la Diosa Elysia? —se repite, sin creerlo—. Si no la viera con mis propios ojos, no lo creería. Definitivamente te subestimé, Helena Vieri.
Sabía que había algo raro en esa cantante la primera vez que subió al escenario. Fue un acierto ir hasta allá disfrazada esta noche para poder averiguar algo. Gracias a eso ahora sabe que Helena es Elysia.
Piensa en Eleanor, en cómo la protege, incluso se atrevió a darle el anillo de jade. No puede permitirse perder a Declan. La idea la consume hasta ponerse tensa. Debe hacer algo, y debe h
