Las luces de las ambulancias me impiden ver con claridad, intento moverme pero mi cuerpo no me responde, miro a Ulises, está en el piso con el rostro lleno de sangre, los paramédicos lo auxilian pero él no abre los ojos, esta inmóvil en el duro pavimento, trato de hablar, pero tampoco puedo hacerlo, solo miro a Ulises, sin moverse.
– ¡No! – grito y abro los ojos, estoy sudada y en mi cama, enciendo la luz de la mesita, suspiro y trato de controlar mi alocado corazón.
Hacía mucho que esa pesadilla no aparecía, miro mi celular, 7 de la mañana, es 8 de octubre del 2008, hacia 3 años que no soñaba con la muerte de Ulises, y ahora ese maldito recuerdo ha vuelto.
Me levanto de la cama y entro al baño, abro la regadera y dejo que el agua caliente se deslice por mi cuerpo, no sé porque volví
