(...) Minutos después ya no encontrábamos en el estacionamiento del restaurante. -¿Estás seguro que quieres cenar aquí?, esto te costará un ojo de la cara- -Eso realmente no importa, tú mereces lo mejor, cueste lo que cueste- Liam bajó del auto, dio la vuelta al auto y vino gasta donde mí y abrió la puerta del copiloto, luego tomó mi mano y con la otra mano cerró la puerta del auto. Con nuestras manos aun entrelazadas entramos al restaurante el cual está decorado con manteles rojos y muchísimas rosas. El mesero nos llevó hasta nuestra mesa. Liam -Para una ocasión tan especial, les tenemos la mejor champán- habló el mesero mientras otro mesero traía las copas y la botella - Pero antes de que puedan disfrutar de nuestras comidas y bebidas les tenemos una sorpresa- dos mesero