Nova
Cuando abrí los ojos, me encontré en medio del bosque, justo en el lugar donde terminé abriéndole mi corazón a la naturaleza, el lugar donde luego me atacaron… ¡El ataque! De repente recordé que la sirena había sonado y cuando quise acordar los lobos me golpeaban.
¿Pero si lo habían hecho, por qué no tenía ni un solo rasguño? ¿Por qué no sentía dolor o estaba agonizando? ¿Podría ser posible que acaso hubiera soñado todo esto? De ser así, estaba más loca de lo que creí, en vez de soñar algo bonito, sueño que me golpean. ¿Qué hay de malo conmigo?
Pero no solo conmigo, mientras miro a los lados, solo veo oscuridad. ¿Por qué nadie vino por mi? ¿Mis padres no se preocuparon? Del idiota de Bruno ya no esperaba nada, es más, de él no quería ni una maldita cosa, si desde ahora en adelante comenzaba a ignorarme, en serio se lo agradecería. Bastardo infeliz, desearía no volver a ver su maldito rostro petulante en mi vida.
De repente un par de búhos comenzaron a ulular, recordándome que me encontraba en mitad del maldito bosque yo sola, a merced de cualquier cosa, viva o muerta, que aquí se escondiera. Este pensamiento me hizo comenzar a moverme y cuando hablo de moverme, me refiero a correr, no hay manera que siga aquí sin sufrir un paro cardiaco.
Cuando las luces comienzan a verse en mi horizonte, disminuyo un poco mi paso, suspirando con tranquilidad.
Mi casa tiene todas las luces encendidas, lo que significa que mis padres aún están levantados, seguramente preocupados por mi tardanza. Aunque probablemente, si no se comunicaron con la familia del alfa, deben de creer que aún me encontraba allí.
Al entrar me sorprende encontrarlos a ambos llorando, cada uno sentado en el lado opuesto de la mesa. La botella de tequila a medio terminar, sobre la mesa, junto a dos vasos, es lo único haciéndoles compañía en su desahogo. Me pregunto qué los habrá llevado a ponerse de esta manera, ya que ellos jamás beben ni una gota de alcohol.
Sin dudarlo me acerco a ellos, tratando de llamar su atención, pero ambos siguen ignorando mi presencia.
¿Estarán acaso molestos conmigo? Si es así, puedo explicarles.
—¿Mamá que sucede? ¿Mamá? —ella sigue sin mirarme, a pesar de que estoy frente a ella. —¿Papá, tú si me dirás que anda mal? ¿Papá, también me ignoraras?
No podía creer que mis padres estuvieran tan molestos conmigo, al punto de no dirigirme ni una sola mirada. ¿Qué era eso tan grave que había hecho, como para merecer este trato?
Sí, me escape durante unas horas y al parecer me quede dormida en el bosque, pero ahora estaba aquí, tratando de que me disculparan.
—Papá, por favor no me hagas esto, prometo no volver a irme sin avisar, solo me quede dormida en el bosque, por favor mírame. —Pero a pesar de mis intentos, ninguno de los dos levantaba la mirada del vaso frente a ellos.
Me acerqué a mamá poniendo una mano sobre su hombro, pero esa simple acción lo único que consiguió es que dejara escapar fuertes sollozos. Nunca había visto a mi madre tan mal, ella estaba destrozada y no sabía la razón, ya que se aferraban a la idea de fingir que no existía.
Verla llorar de esta manera, tan desgarrada, tan destrozada, solo hacía que un dolor enorme se formara en mi pecho. ¿Y si Bruno había hecho o dicho algo en mi contra? Lo mataría, sucio bastardo.
Salí, azotando la puerta tras de mi, escuchando la exclamación de mi padre y el grito de mi madre. Si él era el culpable de esta situación, en serio se iba a arrepentir, una cosa era meterse conmigo y otra lastimar a quienes amo.
En el camino me crucé a Luca, quien se veía cabizbajo, pero no me importaba, él seguro sabría lo que su amigo estaba orquestando en mi contra.
—¡Oye tú idiota! ¿Qué demonios esta pasando? ¿Qué mierda hizo el imbécil desalmado de tu amigo? —exigí con fuerza, pero al igual que mis padres, él simplemente ignoró mi presencia.
¡Pero qué diablos, estoy parada justo frente a él!
—¿También piensas ignorarme? ¡Luca! —grité, al ver que seguía caminando como si no estuviera pidiéndole explicaciones.
Lo empujé con fuerza, decidida a llamar su atención, pero lo único que hizo fue voltear, escaneando hacia todas partes, antes de maldecir y negar.
Perfecto, si él no me explicaba, su amigo debería hacerlo. Cada vez estaba más convencida de que él tenía algo que ver en esto.
Viendo como Luca se alejaba de mi, giré y me encaminé a casa del alfa, Bruno Kesler estaba en tantos problemas. Si antes estaba molesta con él, por ser un idiota prepotente con aires de grandeza, incapaz de darme la oportunidad de ser su compañera. Ahora que todos, incluso mis padres, me ignoraban, estaba que echaba fuego por mi boca.
¿No le alcanzaba con rechazarme él? ¿Debía convertirme en una especie de paria social?
Cuando llegue a casa del alfa, abrí con cuidado la puerta trasera y entre. Tenía una meta y era partirle la cara al futuro alfa, después de todo, ya estaba convirtiendo mi vida en un maldito infierno.
En la sala no había nadie, por lo que pude pasar tranquilamente, subiendo las escaleras hasta el segundo piso, donde se encontraba su habitación. Esperaba encontrarlo despierto, aunque no me molestaría despertarlo golpes.
Pero lamentablemente cuando entre, él no se encontraba allí. Casi maldigo, pero escuche como el agua corría, a través de la puerta del baño.
Ahora tenía dos opciones, esperar a que salga, o ir a ver como se encontraba Mina, estaba segura de que ella no me ignoraría. Ese pensamiento me llevo a elegir la segunda opción.
El cuarto de Mina, a diferencia del cuarto de Bruno, irradiaba energía. Su alegría era tan poderosa, que siempre te contagiaba. Esa sin dudas fue la razón por la que al entrar, mis labios se torcieron en una sonrisa.
—Mina, hola ratoncito. —me acerqué a su cama, pero ella estaba dormida. Lo raro es que sus ojos estaban rojos e hinchados. ¿Qué la había hecho llorar? —¿Estas en serio durmiendo o solo finges?
Al no recibir respuesta, suspiré, colocando tras de su oreja varios mechones rebeldes.
Miré al suelo y tome a colmilludo, el pequeño tigre de peluche, que ella tanto adoraba y lo coloque en sus brazos.
—Espero que tú no me ignores ratoncito. —besé su frente y me levanté, lista para enfrentarme al idiota de su hermano.
Esta vez, al entrar al cuarto, Bruno estaba terminando de ponerse una camiseta.
—¡Tú, maldito bastardo insensible! ¿Qué maldito plan estas orquestando? ¿Acaso obligas a todos a ignorarme? —exigí entrando y señalándolo con un dedo. Él debía agradecer que no tenía nada para arrojarle o seguro que lo haría.
La reacción que esperaba es que se molestará, incluso que me echará de su cuarto, luego de insultarme. Pero nunca esperé que volteara, abriendo sus ojos como dos malditos platos.
Su expresión era de terror, el pánico estaba escrito en cada parte y no entendía la razón.
Sí, estaba enojada, pero no había manera de que venciera a un alfa en una lucha, si alguien debería tener esa mueca de terror, era yo. Aunque ahora estaba enojada, no lograría asustarme así amenazara con matarme.
—¿No-Nova? —tartamudeó, haciéndome poner los ojos en blanco.
Esto ya era extraño, claro que era yo, no entendía por qué lo decía como si el hecho de verme parada aquí, frente a él, fuera imposible.
—Claro que soy yo. ¿Qué esperabas? ¿Qué cuando viera que todos me ignoran, como si no existiera, huiría? Pues no, vuelve a intentarlo imbécil.
—Tú no puedes estar aquí, tú no eres real. —¿Qué no era real? Ya le demostraría cuan real era.
Di dos pasos hacia él, pero repitió mi gesto en dirección contraria. ¿Qué sucedía? ¿Por qué él me tenía miedo? ¿Acaso sería posible que aún siguiera durmiendo y que esto sea solo un sueño?
—¿Por qué estas aquí Nova? Tú ya no deberías estar aquí, ya no perteneces a este lugar. —fruncí el ceño, enojándome aún más de lo que ya estaba.
—¿También me desterraste? ¡Eres una mierda Bruno Kesler! ¿Cómo puedes alejarme de mi familia? —esta vez si tomé uno de sus trofeos de la repisa, aventándolo en su dirección. —Este siempre fue mi hogar cobarde infeliz, aprende a vivir con la idea de verme la cara.
—¿Co-Cómo hiciste eso? —preguntó con la mirada puesta en el trofeo. El cual ahora solo era un desastre de trozos, esparcidos en el suelo.
—No soy una inútil Bruno, se arrojar objetos—volví a poner los ojos en blanco, sintiéndome exasperada. —Esta vez fallé, pero la próxima, te arrepentirás de todo lo que me has hecho.
—Nova, tú no puedes…
—Si puedo, me importa muy poco que seas el alfa, me lastimaste y no te reconoceré como mi autoridad. Eres un bastardo.
—Deja de llamarme así y explícame por qué estas aquí. —¿Acaso era idiota? Llevo diciéndoselo desde que llegue.
—Estoy aquí porque tú, señor alfa disque poderoso, obligaste a todos a que me ignoren. ¿Cómo pudiste hacerlo Bruno? Todo este tiempo nos llevamos bien, no éramos amigos, pero teníamos un trato cordial. Entiendo que no me quisieras de compañera, lo cual es sumamente injusto, porque no me diste ni una jodida oportunidad, pero eso ya no me importa, porque me di cuenta que vales muy poco y tampoco te aceptaría. Pero hacer que todos finjan que no estoy, que no existo, es incluso muy bajo para ti.
—Yo no hice nada de eso Nova, nunca obligaría a nadie a ignorarte.
—¿Entonces por qué lo hacen? ¿Acaso les dijiste que me rechazaste?
—No lo hice Nova, pero tú… ¡Diosa! No logro entender como mierda puedo verte e incluso hablar contigo, es imposible.
—Llevamos años viéndonos y hablando, no es imposible.
—Sí que lo es. Nova ¿Recuerdas lo que sucedió esta tarde? ¿Recuerdas el ataque? —se acercó, solo un paso hacia mi y me miró como si nunca lo hubiera hecho.
—¿Entonces si paso? ¿No lo soñé?
—No Nova, nos atacaron y muchas personas perdieron la vida.
—Eso es horrible. ¿Pero qué tiene que ver con que nadie me hable? —no lo dejaría desviarse del tema, él era capaz de engañarme, para salvarse.
—Nova, tú eres una de las personas que hoy murieron. ¿Entiendes por qué nadie te habla y la razón por la cual creo que estoy volviéndome loco?
No lo entendía. Si estaba muerta como él decía ¿Por qué podía verme?
No, no le creería. Este de seguro era otro de los crueles juegos que organizaba.
—No te creo.
—Puedo probarlo.
No quería creerle, pero sonaba tan seguro… Diosa, que esto solo sea una mala broma.