IRISA… El aire frio de la noche me acaricia la piel mientras escucho que la puerta de mi lado en el auto se abre y un instante después soy tomada en brazos por mi esposo. Le rodeo el cuello con los brazos no por miedo a que me deje caer, sino por sentirlo más cerca de mí. El aroma de su colonia me hipnotiza hasta el punto que deslizo mi nariz por la curva de su cuello antes de morderlo suavemente sintiéndolo tensarse. - Nena – me presiona contra su pecho mientras camina – debes parar, de lo contrario no podre sorprenderte. - Creí que la venda sería un juego previo – digo refiriéndome a la venda de seda que me cubre los ojos que me puso desde el momento en el que nos subimos al ascensor. - Interesante – responde besándome la sien. - ¿tienes fantasías? – pregun

