Dylan O' Conell. Ya no aguanto más. Ver en sus ojos que ella desea nuestra cercanía tanto o más que yo, me lanza al abismo del deseo. Pero me aguanto. A pesar de que mis dedos masajeando con el ungüento las partes de su cuerpo que lo necesitan, queman con el calor que nos rodea ahora, me mantengo claro y enfocado en una sola cosa: ella necesita descansar. Pero es muy difícil cuando de su boca salen unos gemidos bajos, roncos y demasiado sexys, provocadores. Tal vez sea solo yo el que lo ve y lo siente de esa manera, pero como sea, me vuelven loco. Su espalda desnuda, sus hombros, se sienten tibios, cercanos. Mis manos resbalan por su piel suave y resbalosa, como si quisiera fundirme con ella, bajar un poco más mis dedos y adentrarme en esas zonas peligrosas que me tienen babeando desp