—¿Si ya no te amo, me dejarías ir? —preguntó Danica. La mirada de Harvey se volvió fría mientras respondía: —No. —¿Entonces para qué preguntar? ¿No fuiste tú quien me amenazó con mi papá para que volviera a vivir contigo? —replicó Danica. Harvey sostuvo la mirada tranquila de Danica, sonrió con amargura y se dio la vuelta sin decir nada más, en efecto, él la había obligado a regresar. Desde el día en que la engañó, debió haber previsto esto, fue demasiado confiado, pensando que su amor lo llevaría al perdón. Ambos se quedaron en silencio. Poco después, el conductor dio la vuelta con el coche. —Vamos —dijo Harvey. Danica miró su teléfono, canceló el servicio de transporte que había solicitado y subió al auto. El camino de regreso fue silencioso, ninguno de los dos dijo una palabra