Esa noche fue la más difícil de toda su vida, luego de la muerte de su madre, cuando ella era apenas una niña y no era capaz de entender por qué Dios se la había llevado.
Brigitte debía estar feliz, pero no lo estaba. No pudo dormir por el dolor que su pecho sentía, y no por la felicidad que le había causado el concurso.
Su cerebro comenzaba a preguntarle a su corazón por qué diablos quería tanto a un hombre que no luchaba por su amor… pero este no podía darle una respuesta.
Esa noche quiso comenzar a odiarlo, y no pudo.
Intentó olvidarlo, pero los recuerdos de los hermosos momentos vividos en los últimos meses, le robaron hasta la última lágrima.
Aquella osita disfrazada de princesa que Antoine le había regalado la primera vez que cenaron en casa de Adrién, lloraba por su ahora reina
