Capítulo 58

1870 Palabras

Dos semanas llevaba ya, de nuevo en Nueva York. De tanto que había llorado ya no tenía más lágrimas en mis ojos y de tanta tortura pública ya había aprendido a lidiar con la constante presión de los paparazis, con sus cámaras y sus revistas, queriendo saber detalles de por qué no me casaría con Antoine. De por qué, exactamente treinta días antes de la boda y sin motivo alguno a sus cámaras y lenguas venenosas, nos habíamos separado repentinamente. De por qué me pillaban triste, llorando por la 5ª Avenida una y otra vez, y de por qué me la pasaba en reuniones con mis amigas, aun sin retomar mí trabajo, ni mostrar mis ojos en las calles, sin lentes oscuros. No fue fácil salir a la calle y ver en cada esquina las múltiples revistas preguntándose una y otra vez los motivos que yo quería borr

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