Primavera I

2224 Palabras

Răzvan Nos dan un camarote decente. Aunque solo uno y con una cama pequeña. Tendré que dormir afuera y vigilar la puerta, no se puede confiar en que los corsarios mantengan a raya a sus hombres, siempre habrá algunos que no acaten las órdenes como se debe. —Comida —del otro lado de la puerta escucho el español mal mascado de uno de los marineros—. Abrir, comida—repite. Abro la puerta y coloco el pie para que no la empuje si es alguna trampa y solo busca entrar, si lo hace, no podría asegurar que salga con vida. Sin embargo, una bandejita de metal se asoma. El hombre intenta mirar dentro, ¿acaso nunca ha visto una mujer en su vida? Ah, pues claro, no una como mi Ofelia. Le obstruyo la vista y su expresión se endurece, frunce el ceño y me entrega la bandeja de mala gana. —Nos han traído

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