—¿Me estas jodiendo no?—preguntó sin poder creerlo. —No Miriam, te lo digo en serio.—respondí—, Encontré esa información en el ordenador del despacho de pepe. —¡Ulala! Ya le dices pepe—bromeó y rodee mis ojos—, ¿Estas segura? —¿Cuándo no lo he estado?—inquirí. —Bueno tienes razón, lo mejor será cerciorarnos bien.—finiquito—, ¿Qué haremos? —Seguir tú plan, lo conquistaré.—respondí segura. —¡Guau! Quién lo diría, sabía que lo harías. —ironizo.—, ¿Cuál es tu plan? —Improvisar—respondí. —¿Desde cuándo improvisas? ¡Siempre calculas todo!—bramó—, ¡Planeas desde que vestir, como caminar, hasta que comer!—exageró. —¡Calla, mentirosa!—regañe—, No soy así. —Vamos, sospecharan.—respondió. Salimos de la habitación hasta el comedor, era la cena y harían un gran anuncio. O al menos eso